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A Nieves le tocó una foto de una calle vacía. ¡Qué curioso! Pocas semanas antes, había usado la fotografía de otra calle para empezar a contar un cuento distinto, el suyo propio. Este cruce de recuerdos excede la cartografía, la trastoca. En este mapa de memorias, la calle San Cosme y San Damián queda así unida a la calle Olmo. Aunque, si para una fue siempre un lugar mítico, el de la infancia, para el otro, fue más bien un sitio en el que quedarse, un lugar que habitar.

Por otro lado, está el pico en el que se unen calle de la Fe y Doctor Piga, que es, para Yolanda, el cruce de calles más agradable del barrio. Subes desde la plaza viendo San Lorenzo al fondo, giras un poco y llegas a la peluquería que fue punto de partida y de reencuentro. Como le pasa a Gina con la calle Salitre, que se parece tanto a esa otra calle en Ecuador. Y, claro, sigues andando por este mapa y ves que Alicia sale a la calle a tomar fotografías. Capta momentos especiales de grupos humanos en los que busca entender la idiosincrasia española, atraparla con su cámara y quedársela para así entenderla. Porque también es una manera de recordar Perú. O, quizás, la única manera de poder vivir lejos de Perú. Otros recuerdan Colombia desde la mirada burlona de la infancia, justo antes de que entrara la guerrilla y trastocara todos los recuerdos. Y es justo en ese punto en el que se unen caminos y muchas temporalidades que ahora comparten un presente y un espacio. Como en aquel baile de disfraces en el que mujeres de múltiples procedencias miran de frente a la cámara y se agarran fuerte, comparten un territorio doméstico en el que la tierra les deja de ser extraña y se vuelve un lugar desde el que poder luchar unidas.

Lavapiés es un refugio de desarraigados. Al fin y al cabo, un lugar de arraigo. La importancia de un hogar, de un pasado al que volver, de una calle que habitar. Un lugar de pertenencia. Desde Ave María a Olmo, de San Cosme y San Damián a Salitre, de Cabestreros a Mira Alta, de Encomienda a Doctor Piga y Esgrima. Es un cruce de caminos que acoge y abraza, que tiene su propia autonomía, la de saberse comunidad o, incluso, hormiguero. Da raíces a quien las perdió en el camino. Y espera, siempre, a quien tuvo que partir.

calle Olmo 2011